Poca gente, mucha marca.- En 2003, EEUU atacaba por segunda vez Irak a la misma hora de la alfombra roja del Oscar, donde se vio desfilar a muy pocos. Lo mismo sucedió el domingo, en una alfombra que parecía un desierto. La pisaron pocas estrellas y compitieron, una vez más, Vuitton, Valentino, Dior, Chanel, Armani, Gucci, Dolce & Gabbana, Oscar de la Renta, Alexander McQueen y Vera Wang, entre otras grandes marcas de moda.
El arranque.- Habitualmente es un espectacular racconto de lo que se va a premiar. Esta vez la apertura de la ceremonia fue modesta pero muy interesante, con un plano secuencia que siguió los pasos de Regina King rumbo al salón central, mientras se recreaban los créditos vintage de una película. Faltó la marca cultural de Hollywood: el show. Fue una pantalla casi estática de más de dos horas, casi sin background audiovisual ni momentos descollantes. Los intermedios musicales estaban pregrabados y sólo se vieron tres en la previa. Y no se escuchó la premiada como mejor canción original, “Fight for you”, de “Judas y el mesías negro”, por H.E.R. (también elegida canción del año en los Grammys).
Sólo dos superestrellas.- Es tradicional que en los Oscar suban al escenario superestrellas. Sólo aparecieron Harrison Ford, que defenestró la mítica “Blade runner” (de 1982). Y Brad Pitt, en penumbras, presentó a la mejor actriz de reparto, Youn Yuh-Jung (“Minari”), la actriz coreana que suscitó las pocas risas de la noche, por su incredulidad por la estatuilla.
Censurada.- Las críticas de la directora Chloé Zhao al régimen chino hizo que la red social Weibo, símil a Twitter, y los medios de comunicación de ese país censuraran toda mención a su Oscar. La agencia AFP (replicó Télam) consignó que se borraron los mensajes de felicitación.